La inspiración viene del aire que respiras
Cómo el arte y la naturaleza deberían coexistir por el bien del planeta
La naturaleza es una potencia viva y en constante cambio, pero normalmente se ve como un escenario estático, un objeto inerte para la mera contemplación. A veces grita e innumerables veces es un superviviente del caos creado por los seres humanos, que olvidan que son una parte integral (y casi diminuta) de este todo.
La selva amazónica, que sabemos que tiene una importancia fundamental para el equilibrio ambiental de todo el planeta, es la que acoge cada año a artistas, científicos y especialistas en ecología, en una residencia artística promovida desde 2013 por el proyecto Lab Verde, en asociación con el colectivo Manifesta Arte e Cultura y el Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (Inpa).
El objetivo principal es realizar una inmersión profunda entre los participantes – brasileños y extranjeros – durante el período de 10 días para provocar la discusión y la creación de contenidos culturales sobre el medio ambiente, generados a partir de esta experiencia.
Es hacer la intersección entre el arte, la naturaleza y la ciencia, dando como resultado la difusión del conocimiento, la conciencia y la manifestación artística sobre cómo vivimos el planeta hoy y cuáles son las perspectivas para el futuro.
“Las relaciones son simbióticas e infinitas. Sólo el cosmos puede dar cuenta de este poder que es la ecología. Cuando nos integramos con la ecología, nos conectamos con el cosmos. Hay una conexión que te hace entender las atmósferas” dice Lilian Fraiji, idealizadora y curadora del proyecto.
Para ella, este cambio en la forma en que estamos transformando la naturaleza es urgente, paradigmático.
“Somos la naturaleza. No podemos manipularla, dominarla, porque somos una partícula integral de este organismo Tierra. Nuestra pequeñez, sin embargo, causa catástrofes que amenazan nuestra existencia y la de toda la vida que cohabita en este planeta”.
La humanidad necesita entender que la naturaleza no está dominada, sino que cohabita. A menudo la lección es la misma que da, con sus huracanes, volcanes, tormentas, inundaciones y tsunamis.
El ser humano necesita urgentemente escuchar y aprender de estas transmutaciones naturales y comenzar a ser parte de este todo, en lugar de tratar de controlarlo. Es precisamente por eso que los proyectos de este tipo son fundamentales como estrategia para repensar la existencia humana en el planeta.
La Tierra tiene su propio ritmo, sus ciclos, sus oscilaciones y nos ha estado mostrando su dinámica durante años. Cuando el arte se pone a escuchar estos procesos, el surgimiento de caminos viables se hace más fluido.
La manifestación artística es esencialmente reflexiva, provocativa y parte de una mirada sensible, a menudo intuitiva y menos racional. Cuando el ser humano se conecta con su esencia primitiva y toma conciencia como ser vivo, es cuando puede ver que es una pequeña parte de un todo mucho más grande y poderoso. Es en este encuentro que nacen las posibilidades.
La creación ocurre literalmente de forma natural, cuando se permite esta conexión con todo lo que compone el medio ambiente, desde micro a macro organismos.
Al igual que esta residencia, hay muchas otras que siempre buscan poner al artista inmerso en un ambiente alejado de la escena urbana, para que prospere el nacimiento de nuevas visiones e ideas.
Y de esta manera, pueden ser traducidos y transmitidos para que más y más personas reflejen su entorno y respiren con conciencia: una práctica que salva nuestra vida y la del planeta.
FUENTE:
HAROUTIOUNIAN, Cassiana Der. Residência artística na Amazônia: a cultura como uma estratégia urgente para coexistir com o meio ambiente.
Folha de S.Paulo, São Paulo, 20 de jan. de 2020.